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El Vacío (y el subsuelo)

El vacío es la falta de ese algo que nos hace caminar. Es un hueco que queda entre un pasado lleno de frutos prohibidos que probaste a escondidas y un futuro cuya cabeza se asoma como queriendo salir y hacer de las suyas. Es la nada que hace más difícil levantarse, más pesada la pisada y más opresivo el simple respirar. Son los no-motivos, lo que te priva de esas trilladas razones para vivir. No es estar mal, pero tampoco estar bien: es no estar. Estás fisicamente pero tu mente está en un hoyo negro en que nisiquiera hay confusión, ni tristeza, ni alegría, ni nada.

El vacío es una carencia de sentimiento, de pasión, de compasión, de angustia, de enojo, de tristeza, de tan necesitadas lágrimas. No hay odio pero tampoco hay amor. Es sustituír todos estos estorbos que un día hicieron perecer por un aparato que bombea sangre y una máquina que registra datos inútiles e insignificantes. Estos dos artefactos causan constantemente un molesto movimiento por el cual entra y sale aire de unas bolsas que algunos fanáticos llaman pulmones. Este molesto movimiento y estos dos mecanismos te mantienen vivo; esto y nada más.

A veces es poco claro que demonios es la vida. ¿La unión de varios factores dentro del cuerpo que hacen que no te mueras así nada más, o las razones, las BENDITAS RAZONES? El vacío reemplaza estas razones por el pase indiferente y rutinario de los días y los meses y hasta los años. Y eso está bien en el sentido de que no está mal. Pero, el que no esté mal, ¿automáticamente arroja los resultados a la columna encabezada por una cara sonriente y satisfecha? Además, ¿qué es lo que define, lo que provoca en esencia el que esté en esta categoría de “bien”? Quizá una meta, un hueso que le espera al perrito al otro lado del jardín si se comporta.

El vacío no es que no existan las metas, no exista un futuro. El vacío es la falta de interés por ese futuro. Cuando la cabecilla traviesa se asoma y uno no se mueve para que salga. Cuando ese sol que sale cada mañana y que se espera siga saliendo por toda nuestra vida deja de importar, deja de provocar aunque sea la más mínima corriente de adrenalina en nuestras venas.

El vacío también puede ser la parálisis de los sentidos, tus piernas se mueven pero tu no te mueves con ellas. Tus labios dicen algo de lo que tu cerebro a duras penas y se enteró. Todo sigue su curso pero tu ya no caminas hacia ninguna parte: tu mente está en automático, y ya no sientes nada. El viento pasa por tu cabello y te tropiezas a veces, pero tu camino es recto y así sigue y sigue. La vida continúa, pero ya no es tuya, ni es de nadie.