0

Muy casual y sin fé en nada

Amigo:?.. En fin.

Ayer te saludé muy casualmente como si no hubieran existido estos últimos meses, como queriendo creer que aun existía algo a qué abrirte los ojos, que aun había razones. Platicamos un rato, muy amenamente, y algo hizo click dentro de mi. Esos meses SI pasaron, esa distancia SI existe.

Me sigues cayendo bien, no digo que no. Pero más allá de eso y de que nunca podré ser fría contigo pues, a pesar de todo, te aprecio sinceramente, perdiste ese “algo” que un día tomaste por prioridad y después lo decidiste ignorar. Lo perdiste porque nunca te moviste un centímetro por buscarlo.

Quise pretender que aún creía en ti, escribiendote como parte de mi historia, parte de mis buenos deseos; quise profesar mi fé en ti. Pero algo no estaba bien en esas líneas que escribía: eran mentiras caprichosas de una niña ingénua y necesitada de tu atención, una niña que ya no soy. Ya no tengo fé en tí.

Ahora te hablo sin pedir una respuesta, y ni siquiera me duele decirlo. Así eres y así somos. Esperar que me pidieras perdón o que arreglaramos algo sería demasiado, y yo ya esperé un buen tanto. Hoy distingo claramente lo que significa ser tu amiga, y soy más feliz.

Seguiremos siendo muy buenos amigos, de esos que se preguntan la tarea y hasta se saludan en la mañana. Siempre estaré ahí, y tu también.

0

profesando mi fé (revisited)

Daniel: ¡Abre los ojos! Ya estas ahí, es tu momento. El lugar no lo es todo, ni el tiempo, ni la forma: nada es tan valioso como para cambiar por tu sonrisa. No importa de quién fueron todas las decisiones que te arrastraron al punto desde el cual ves el mundo hoy; desde ahora, serán todas tuyas. Eres fuerte, y lo debes creer. Yo creo en ti, incondicionalmente, siempre. No importa donde, ni cuando, ni porqué. Las razones quedan en el pasado, y el futuro seduce sin medidas. El presente importa más; el presente es lo único que puedes decir que es tuyo, inevitable e inconfundiblemente tuyo. Te puedo prometer para hoy y talvez para mañana, todas las flores que pueda haber en mi jardín. Te doy mi amor, mi amistad, mi admiración, mi respeto, mi todo. Hoy te lo doy, y mientras compartamos el presente, te lo seguiré dando porque creo en tu mirada que me promete lo mismo exactamente. Creo en la honestidad con que hablas, con que actuas, con que vives. Por esta fé inmensa que te tengo es que te digo, abre tus ojos y tus alas y déjate llevar. Yo te cuido.

Cass: ¡Abre los ojos! Tu que puedes volar y a ratos te niegas a salir de casa. Admiro tu voluntad para correr sin mirar atrás, para saltar cada día más alto, para no dudar ni un segundo. Pero últimamente ya no veo más que rastros de todo aquello. No puedo ver tu rostro pero escucho tus lágrimas desde muy lejos. Detesto como no tienes idea que un árbol tan pequeño haga sombra sobre una flor silvestre y hermosa como tu. Tenemos el mal de darle importancia a aquellas espinas que han probado que no la tienen. Quítate esos clavos de las manos y úsalos mejor para construir la vida que te mereces. No importa que tan lejos te lleve la vida, sabes que siempre puedes regresar con nosotros.

¡Abre los ojos, Patau! Tienes el mundo a tus pies, y a veces las lágrimas no te dejan ver. Puedes estar orgullosa de tantas cosas y no lo estás porque no crees que algo tan bueno y puro pueda salir de tu alma, de lo más íntimo de tu ser. Hoy te lo digo: si puede, y lo ha hecho desde el primer día que te vi. Ofreciste tu mano sin buscar nada a cambio. Yo te di cuanto pude y creo que aun así no ha sido suficiente. Mi misión será de ahora en adelante, hacerte creer, hacerte olvidar las sombras y recordar esos detalles que hacen una vida. Estoy segura de que el rumbo que escojas te llevará lejos de todo y cerca de algo que si puedas llamar hogar.

0

360 grados

Estaba con un amigo, o estaba sola talvez. Di una vuelta y regresé al mismo punto, pero ya no era yo. ¿Era ese el mismo lugar? Tenía ciertas similitudes, pero lo veía con ojos que no eran los míos. Me quedé perpleja ante lo claro que se veía todo y sin embargo lo confuso que era para mi.
Me quedé pensando… quizá si era yo, pero esa vuelta al mundo en un instante, ese vuelco tan temido que di sobre mi misma me hizo despertar y conocerme realmente. No sabía si era un sueño o no, pero en todo caso no quería salir de él. Mi sonrisa era más duradera, más pura, más honesta. Mis labios decían algo que yo si comprendía. Mis piernas al fin seguían el camino que yo les dictaba. Todo estaba bien de nuevo, o quizá por primera vez.
El mundo se acomodaba, las piezas estaban donde debieron estar desde el principio pero se habían extraviado en la infinidad de mi mente. Ya todo tenía sentido, y lo que no lo tenía no me causaba mayor problema. Las imperfecciones del universo estaban en armonía con lo demás. El cambio comenzaba apenas.
Yo misma di una vuelta entera, pero quedaban muchas por dar todavía. Las novedades y la apertura del mundo me parecieron una aventura digna de emprender y de descubrir sin detenerme ante nada. Desde aquel día y hasta hoy, en mi cabeza se ha venido engendrando el extraño pensamiento de querer ser alguien más, y no es un mal pensamiento en absoluto. Es querer cambiar, querer innovarme y ser mejor, o al menos disfrutar más. Ser bueno o ser malo, si es que existen los extremos, es lo de menos, siempre y cuando te gustes a ti mismo, te alegre despertar con tu cuerpo cada mañana.
Me di cuenta que ya estoy aquí pero me sigo moviendo. Pero ya que estoy aquí pienso abrir los ojos y dejar que la vida pase como tenga que pasar o como yo lo decida. Pero no me voy a parar a ver el reloj en ningún momento. No quiero seguir esperando promesas, rescatando lamentos o retrasando victorias. Las reglas que ponen los temerosos no son para los que buscan más allá.
Una vuelta de 360° grados y ya soy una de esas personas.

2

asunto extraño

Te extraño. Te extraño mucho, mas no es a ti, sino a una imagen tuya. Extraño extrañarte, extraño quererte, extraño abrazarte en mi mente con tal fuerza que llegaba a pensar que en verdad estabas junto a mi.
Es cierto que no te has ido y es posible que nunca me abandones por completo, pero mi amor por ti se convertirá en algo diferente, puro y menos intenso; existirás tan solo en segundos cada vez más distantes uno del otro, existirás tan solo en retratos inmóviles y sin vida que se aferran a un rincón de mi mente como un náufrago se aferra a un delgado trozo de madera en medio del mar cuando sabe que no queda más ya. El amor que antes inspirabas en mí ahora existe solamente en destellos de color que irradia de cuando en cuando algún verso que dibujo en momentos de ocio.
Hoy existe un vacío inmenso entre las lágrimas encapsuladas hace ya tiempo en canciones de las que se escuchan hoy en día solo por capricho y como para no olvidar, y el árido respirar que ahoga y asfixia, ahora que nadie canta siquiera para ver llover. Hay una falta de sentido en cada estrofa y en las flores; el erotismo y la sensualidad que había en el habla se ha vuelto mera pornografía.
Te extraño y extraño también vivir por ti. Aun cuando no significaba nada, yo me preparaba a diario para respirar a tu salud. Jugando a que me mirabas, se me podían ir las horas, y aunque no lo hicieras, yo jugaba a serte fiel aunque tu no lo pidieras, aunque solo fuera en sueños. Jugaba, también, a estar enamorada; nunca supe si gané o perdí. Ni siquiera supe si valió la pena la partida, pero creo que si.
Ahora sé que estoy enamorada de una sombra, un espectro que busca siempre forma física y real; un fantasma que no es tuyo y no es de nadie. Así como encontró en ti una forma que imitar, la ha hallado ya en otras personas en el pasado, y se hará de otro cuerpo en un futuro, lo sé bien. Esa sombra, ahora descubro, es el Amor mismo: un escudo y un cristal a través del cual se ve mejor el mundo, o al menos un tanto más auténtico.
Extraño ese escudo que no dejaba pasar todo lo que significa un esfuerzo. Es mucho más sencillo sentir que mueres por alguien a cada minuto que despertar sabiendo que vives por ti mismo a cada instante. Hay alguien que te protege de la responsabilidad de ser feliz, porque tu cuerpo y alma dependen de alguien más: de las palabras que no dice, de los gestos que se vislumbran y que parecen hechos especialmente para ti, o de las miradas que no sabes que significan o si significan algo siquiera. Los factores externos, tan fáciles de contener y de moldear a la realidad que uno quiere crearse, nos hacen sentir más fuertes, lo seamos o no. Tu fuiste ese espejo reflector de toda la culpabilidad que yo tendría que haber cargado por mi misma.
Extraño también la curiosidad que en mí despertabas. No es que extrañe el no saber que responderías, sino las ansias imperdonables de conocer todo de ti. Quisiera seguir descubriendo mundos detrás de tu sonrisa, y no es que ya no lo pueda hacer, pero ya no tengo la vocación para ser tu detective. Esas manecillas de reloj que rodaron desviviéndose por ti, son lo que hoy pediría para calmar esta soledad.

Extraño encontrar en tu existir razones para alcanzar el cielo. Echo de menos esa nueva y mejor persona que me hacías ser cada mañana en que despertaba pensando en ti. Extraño todo eso y más de esos días agridulces que me diste. Sin que sepas nada de esto, te sigo extrañando. Pero te doy gracias también, porque la nostalgia nos dice que tan deliciosamente vivido fue el pasado.